dilluns, 30 de juny del 2014

MI SEGUNDA QH / por Ignacio Vidal



Sabiñánigo, sábado 21 de Junio de 2014

Creo que nunca sabré hasta qué punto me lían o me dejo liar. Lo cierto es que era mi segunda participación en esta prueba y aunque todas las marchas son distintas muchos pensamientos del año pasado se repetían en mi cabeza, tales como “macho, eres de los pocos que lleva las piernas sin afeitar” o “salvo a mis dos amigos que me acompañan no conozco a nadie y mira que hay gente” o “aún no he salido y ya me estoy meando” y el más reiterativo “no sé cómo te metes en estos charcos”.

Mañana caótica a más no poder. Te levantas a las 5:00h y entre desayunos rápidos , carretera, conseguir aparcar y aparecer en la abarrotada avenida de salida con todo a punto estás como para empezar una marcha de 200km cruzando dos veces los Pirineos … Mis amigos Miguel Angel y Manu del CTC Carcaixent habían conseguido aparcar 20 minutos antes y fue imposible acceder a su posición de salida.

El chupinazo de salida puntual, a las 7:30h provocaba algarabía y nerviosismo a los más de 8500 participantes de la XXIV edición de la Quebrantahuesos (eso sin contar a los que saldrían después que nosotros a disputar la Treparriscos). Justos 20 minutos después pasaba por encima de las bandas magnéticas en la línea de salida y me dije “Ignacio, va de bo”.

La temperatura de 17 grados presagiaba una mañana calurosa como así fue. Unos con manguitos (como yo) y otros ya sin ellos, salimos todos lanzados como cohetes dirección Jaca olvidándonos por unos instantes de todos los planes hechos con anterioridad. Ni prudencia ni control de pulsaciones, aquello era “mariquita el último”. La cafeína imperaba sobre el sentido común. Los primeros pinchazos habituales y de repente ambulancias y coches de policía parados a nuestra derecha. Al pasar a su altura vemos una buena montonera. Gente por el suelo y cuadros rotos deberían ser un toque de atención para que los nervios se calmaran pero “na de na”. Eso lo consiguió la carretera cuando dejamos atrás Jaca y empezamos con la primera ascensión de día, el Somport.

Ascendiamos a buen ritmo. Mi amigo Cesáreo me recordó que el año pasado dijimos que por cada uno que adelantábamos nos pasaban seis y vimos que esta vez las fuerzas estaban más equilibradas. Buena señal.

Llevábamos varios kilómetros dentro de un grupo y a falta de 6 mis compañeros prefirieron bajar el ritmo. Yo me encontraba cómodo y mi amigo Raúl me animó a que probara solo. Lo medité por unos instantes. Parece una decisión fácil pero no lo es en absoluto. Otra vez a darle vueltas al tarro …. “ a ver si ahora te vuelves loco y lo pagas después” , “ a ver si bajando te la pegas y no te recoge ni el apuntador” , “a ver si tienen problemas ellos y tu ni te enteras” …. Todo eso quedó atrás cuando me despedí de ellos y puse más gas en las piernas. La suerte estaba echada.

Los últimos kilómetros de Somport a tope de gente. Mucho más que el año pasado. Un ambiente precioso. Al coronar dudo si ponerme el cortavientos que llevaba pero si me sobraban hasta los manguitos. Acierto y no paro y para abajo a saco. Ni bajada peligrosa ni nada. Ahí todo el mundo a tope. En un plis-plas a los pies del Marie Blanque. Parada a mear y empieza el calvario. 4 kilómetros que nunca acabas de entrenar bien. El 36/29 me funcionó de maravilla (el año anterior me saltaba y tuve que subirlo con el 25 a base de “riñones”). Subiendo plantados los dos primeros tuve que cambiar de estrategia en los últimos cuando vi que estaba en 177 pulsaciones (las máximas de toda la marcha). Vi poca gente subiendo a pie, señal que iba más adelantado que en el 2013. Ni la abundante y preciosa vegetación ni el agua que soltaba la montaña pudieron impedir que el calor empezara a tomar protagonismo. Poca agua me quedaba en los bidones y los kilómetros no corrían, pero el avituallamiento estaba ya muy cerca. De repente empezó a oírse una música que me resultaba familiar. En plena cumbre el mismo músico que tocaba el año pasado nos indicaba que ya quedaba poco. Para ser sincero no se ni el instrumento que tocaba pero todos le saludamos con gran alegría y directos a refrescar.

Al rato a los pies del Portalet. Sin síntomas de rampas preferí seguir “conservador” como hasta el momento, sabiendo que 28 kilómetros de ascensión son muchos y las fuerzas ya no eran las mismas. Si algún dia piensas que necesitas tiempo para pensar las cosas haz una QH y cuando corones el Portalet me lo cuentas. Sin duda esta prueba además de física es mental y si eres duro de mollera podrás superar el cansancio, las rampas, en ocasiones como este año el fuerte calor y el viento, y lanzarte a España con los deberes de toda una temporada hechos. Ahora, ya puedes ir solo, como yo este año, como en grupo, que esto lo has de subir TU si o si. Así es que disfruta del maravilloso paisaje que te ofrece esta increíble montaña que discurre entre verde, piedra, agua y nieve, y piensa que todos tus esfuerzos de semana tras semana, mes tras mes, tienen la recompensa al alcance de la mano.

Si, claro que volví a tener rampas en el Portaltet. Y no pocas. Pero quién no? Lo cierto es que el avituallamiento de mitad puerto este año me sentó mejor que el año pasado. Los aficionados de final de puerto te avisaban que te arrimaras al carril izquierdo para evitar el fuerte viento, te ofrecían agua, miraban tu nombre en el dorsal y te animaban, “encalados” todo el día sin poder bajar hasta que pasara el último de los participantes y les dejaran recoger y marchar. Eso no tiene precio para los que por allí pasamos. Mil gracias a esa maravillosa afición de la QH.

Descenso rápido en dirección a la Hoz de Jaca, moviendo sin parar las piernas para evitar más calambres como me sucedió el año pasado. Esta vez tuve más suerte y los fantasmas desaparecieron. En la Hoz otra vez la escena de la gente y sus ánimos con un paisaje difícil de olvidar a nuestra derecha. Un chaval me ofreció una botella de agua y me la bebí de un trago tal cual os lo cuento.

De ahí a Sabiñánigo coser y cantar. Aproximándonos otro participante me dijo muy contento que llevaba tiempo de oro. Que el año pasado había hecho 9 hora y pico. Como yo!!!! No había mirado el reloj en todo el día y le pregunté, en seguida, por su edad. Me dijo que 47. Yo los cumplía en unas semanas … Si él tenía ORO YO TAMBIÉN!!!! Efectivamente llegamos con 8:03:25 segundos, seis minutos y medio por debajo del tiempo máximo para nuestra edad que estaba en 8:10:00. Estaba feliz. Esa es la palabra que expresa como me encontraba. Feliz!!

En la meta estaban mis dos amigos del CTC Carcaixent Miguel Angel y Manu, muy contentos por la gran carrera que habían hecho y porque habían conseguido oro también. Tenían una idea fija ya en la cabeza: Volver al año siguiente.
Ignacio Vidal