dijous, 1 de març del 2012

XIV Marató d'Espadà . Paula Tent

ESPADÁN. NOTA AL MARGEN

El año pasado fue magnífico y no hubo crónica, éste ha sido un infierno y la va a haber, más que una crónica es una nota al margen, pretendía ser leve, pero no puedo, aun así, pretendo que la experiencia se quede en un rincón, al margen de mis cosas, sin ensombrecer experiencias más luminosas, un apunte nada más, una cicatriz que me recuerde que fue real.

Acabo el año lesionada y coger el ritmo empezándolo está siendo complicado: algo desmotivada, bastante insegura, un poco más vaga, bastante menos centrada y apelotonando carreras en el calendario como ya hacía tiempo. No parece una buena combinación pero esta es mi coyuntura.
Sin darme cuenta han pasado los días y tengo que correr en Espadán, de modo que doy un vistazo atrás: el esguince está curado aunque sigue hinchado (creo que me he quedado sin tobillo, en su lugar una bola deforme), estoy segura que no me va a doler; el entrene ha sido bastante improvisado entre resfriados y contracturas, no he conseguido llevar un ritmo constante, no tengo la sensación de haber hecho un buen trabajo, no obstante ha habido trabajo y sacrificio suficiente para cubrir los 42km con decencia, sin demasiado dolor. Esta síntesis se extrae de la retrospectiva. No saldrá tan buena carrera como la del año pasado (año y cuatro meses en realidad) pero saldrá, será un entrene perfecto.
Pues no. El horror. La primera mitad transcurre sin demasiados problemas pero es la mitad más dura y siento las piernas muy pesadas, empiezo a pensar que algo no va bien, me quedo muy clavada en cada subida y no puedo evitar anticipar la pendiente hacia el pico, sé que va a ser angustiosa, también sé que debo apartar ese pensamiento de mi cabeza, que no se corre solo con las piernas. Evito ese mal innecesario pero ahora me sorprende otra reflexión, que quizá no sean mis piernas las que van cargadas, quizá sea mi cabeza la que hoy no está preparada y esto me asusta todavía más, me hunde la moral, aplaca mis energías. No me considero una gran atleta (bueno, tengo muchos momentos de subidón en que sí, me invaden en ocasiones delirios de grandeza, seamos francos…) sin embargo siempre he sido una apasionada de esto, le he puesto ganas y empeño, siempre me he divertido, el esfuerzo físico, el sudor han sido mi medio natural, mi sitio, esto siempre ha sido fácil para mí, muy pocas veces le he tenido miedo y ¿qué me ocurre ahora?, ¿a qué viene esto?
Entre esta marea negra llego al pico, lo subo sin más. Empiezo a sentir algún amago de calambres en las piernas pero continuo. Han cambiado el recorrido en el descenso: más largo y más técnico, más duro para mí. Me digo a mí misma que puedo hacerlo, ya he pasado la mitad mala y el tiempo es bueno (no es malo, vamos) pero se me hace interminable la bajada, el calor aprieta y no estoy cómoda. A partir de aquí, el infierno. Cada vez voy peor, me duele la cabeza, todo lo que pasa por mi mente deviene en algo negativo, todo toma un matiz oscuro, feo. Los calambres se apoderan de mis piernas, he de parar en varias ocasiones porque no puedo andar, no puedo mover la pierna y si intento estirar, entonces tengo calambres en otro músculo. En ocasiones el cuádriceps se contrae totalmente, lo miro, queda deformado y lloro de dolor, de impotencia (si ando deshidratada, el llanto acaba conmigo); intento estirar, andar, pero tengo calambres en el abductor, gemelos… Cuando consigo volver a correr, dura la marcha unos cinco minutos y pronto se repite el ritual: rampas que hacen que mis pies se tuerzan (literalmente), que me tienen inmóvil durante algún minuto, que me atraviesan de dolor. Así, de esta manera las casi últimas tres horas.
Ando cabizbaja recorriendo los dos últimos km cuando te veo. En un pensamiento oscuro, de tantos que han colmado la carrera, decidí maldecirte y odiarte sino venías a mi encuentro y ahí estás, no fallas. En otro pensamiento sombrío, de los muchos que se ha atiborrado la carrera, decidí pedirte que no hablaras si venías, decidí no hablarte. Te veo en la distancia y sigo cabizbaja pero rápido me alcanzas y me envuelves en un abrazo que no esperaba, el abrazo que empieza a rasgar la amalgama de ideas destructivas, de conspiraciones. Entonces te hablo, te digo cómo me siento y me tranquilizas. Me hablas. Has acabado en cuarta posición. Me alegras los últimos metros. Ya hemos llegado a meta y estoy hecha trizas aunque ya empiezo a disfrutar del sol.
La ducha. La ducha merece una crónica a parte. Soy incapaz de desnudarme y no me apetece pedírselo a nadie, pero prometo que estoy tentadísima a hacerlo. No puedo desvestirme.. Me agacho y me sacuden ráfagas de calambrazos punzantes, no puedo. Me relajo un momento, dejo las piernas estiradas, no hago ningún movimiento y lo vuelvo a intentar. La cosa no mejora mucho pero mi empeño sale ganando. El agua, como siempre, está helada, así que soy rápida. Vestirse no es más sencillo y el suelo del vestuario está hecho un asco, no veo la manera de vestirme, estoy igual que antes.. Salgo del vestuario medio vestida en busca de una cara conocida que me ayude, ya he perdido la dignidad, solo quiero vestirme sin que me duela pero no encuentro a nadie y soy muy tímida, así que me armo de valor y me lanzo a ponerme los calcetines. En el primer intento siento un calambre en las abdominales, luego en el gemelo que se sube, en los pies!! Lo logro por fin y sonrío. Vaya espectáculo. Durante la comida tengo calambres en las manos, era la extremidad que me faltaba.
Al día siguiente descubro que no era mi cabeza la que fallaba, esta carrera la acabé por mi pasión, mis ganas, por mi falta de miedo, por mi inconsciencia, mi empeño, las piernas no tuvieron nada que ver en mi llegada a meta. Sé lo que falló y ya no quiero darle más vueltas, estas cosas pasan, se queda anotado al margen. Un recordatorio.

Thx everybody, siempre me alegráis la post carrera.

http://lustisintheair.blogspot.com/2012/03/espadan-nota-al-margen.html

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada